los hijos

Hace tanto calor, tanto calor, que quienes en el trabajo no disponemos de aire acondicionado vamos buscando el sitio más fresco, como los animalicos. Me puse a currar con dos compañeros al lado de un pasillo donde todo el mundo berrea bastante. Una de mis compañeras dijo que si poníamos la radio. Entre Alsina, Àngels y Carmona elegimos Alsina. Pusimos la radio y la dejamos ahí con eso de: «a ver qué dicen de lo de Andalucía o algo».

Total, que lo teníamos puesto de fondo sin enterarnos mucho. Nosotros, a lo nuestro. Pero, en mitad de los gritos del pasillo, nos miramos entre nosotros: «¿el de Ciudadanos está llorando?» Y un claro: «Hostia, es que no me entero, parece que sí». Estamos muy acostumbrados a las entrevistas a políticos, a las entrevistas sobre política, a los típicos aspectos familiares... Pero no entendimos todo hasta que luego explicaron qué pasaba en el programa. Y no me enteré de todo bien hasta que luego, ayer por la tarde, me lo puse para escribir. Aquí va este momento emotivo, que es el radiochip marín: 

Total, que nos quejamos de que había mucho ruido en el pasillo, y pasamos a hablar de la penica que nos daba este pobre señor, que parecía un buen hombre. Luego ya nos pusimos a discutir sobre si era importante o no este tipo de cosas a la hora de votar... Y no sacamos nada en claro. 

Y os voy a contar el final de todo esto... Ojo, que viene final inesperado. Después de comentar todo esto, dejamos a Alsina puesto, nos comimos el boletín, y después de mil años de publicidad interminable, otro compañero se levantó y dijo: «Lo quito. No puedo más. Todo el rato son anuncios y me estoy poniendo cardíaco». Y le dije que lo quitase, que tenía razón. Como siempre digo, en Onda Cero tendrían que aflojar un poco con la publicidad porque llega a ser muchas veces completamente inaguantable. Ya no es que lo diga yo: lo dice mi compañero el filósofo. Me limito a describir lo ocurrido.