Pilar Mota

Los asiduos de RNE habrán escuchado muchas veces esa voz grave que da las noticias de la bolsa. Su nombre es Pilar Mota. Yo me fijé en ella hace tiempo, en un boletín de tarde, en mitad del programa del Ciudadano Gacía. Pero lleva haciendo la información de este tema desde... ni sé. Yo creo que empezó a dar la información de bolsa con maravedíes. 

Y a ver... Me fijé en ella porque a veces yo lo pasaba mal escuchándola. No tengo ni idea de qué tal da la información bursátil, porque es una cosa que a mí no me importa nada. Ni soy accionista ni nada de nada. Hubiera pasado desapercibida para mí si no fuera porque lo pasaba mal escuchando. Entre la voz, los momentos de... A ver... Para que os hagáis una idea, el día que hablé de los de la DGT... Os copio y os pego de la parte de comentarios. 

Bueno, pues creo que me salió del corazón. «La mujer que se equivoca y titubea todo el rato». Para mí era la definición de andar por casa. El día que hablé de voces imperfectas, un lector apuntó la de Pilar Mota, desde el parqué madrileño. En internet he visto hasta sitios que desde hace mil hablan de su voz «de robotín», y gente que dice que si no oye su voz no siente que se ha levantado aún de la cama. 

Claro, es que eso de que es la mujer que se equivoca y titubea... Igual queda como muy exagerado. Pero es que el otro día un lector del blog, José Antonio M., me escribió alertándome de un momento buenísimo escuchado en Radio 5. Sin duda, era el momento de hablar de Pilar Mota. ¡Qué gran momento de radio! 

La pobre hace unos días se hizo la picha un lío, y claro... Tenía que pasar por el blog. Radiochip del titubeo: 

A ver, a ver, a ver... Es que no tiene desperdicio. Lo que mal empieza, mal acaba. Empezó la pobre Pilar Mota con que no le salía la palabra... ¿Ronda? Y decía que ya se centraba. Después, cuando todo se encauza... La voz no le sale. «Bueno... ¡vaya momento!» decía. En mitad del boletín. Genial. Yo, entre reírme y pasarlo fatal. Después, justo después, dice que retomaba con los mercados porque se le había olvidado comentar no sabemos ya a esas alturas el qué, porque uno está más pendiente de ella que de la noticia. Uno termina casi animándola con los cascos puestos para que todo termine sin ningún sobresalto más. Al despedirse, un «¡hasta luego!» pizpireto hace que todos respiremos tranquilos pensando que se va a ir a su casa a comer con la sensación del deber cumplido. Prueba superada.

Decían que la información bursátil era aburrida. Las narices.