El radiochip de hoy es el último programa del «Hablar por Hablar».
Mirad que he hablado veces del programa... Aunque los programas evolucionan... e involucionan. Cambian, se transforman, e incluso pierden su sentido. Lo he dicho en más de una ocasión: el «Hablar por Hablar» de hace unos años a esta parte no tiene mucho que ver con el que empezó Gemma.
Para explicarlo todo en plan minimalista: ¿Os acordáis de cómo le llamaba De la Morena al programa de Gemma? «Lo de las picardías». Una joven y pizpireta Gemma hablaba con los oyentes, jugueteaba, conversaba con ellos, les sacaba lo que ellos no se atrevían a decir... Desde «me gusta una chica y no sé cómo decírselo» a «soy guardia civil y me gusta mi pareja de trabajo», al famoso «soy del Betis, y si me muero no sabré qué pasará con el equipo», o ese joven que sólo se excitaba si se envolvía en la bandera catalana. No sé...
Luego llegó Fina (de la que nadie se acuerda), en la que el frikismo reinaba. También empezaron a pasar los personajes que llamaban a menudo... Y llegó Mara, y para mí desvirtuó el programa con tanto chatín. El juego ya no se establecía con la presentadora sino con una comunidad que canalizaba la presentadora. Ahí ya me empecé a alejar.
Y la verdad es que con los años... Para explicarlo de nuevo en plan minimalista: A una amiga mía que ahora tiene 27 años le hablé del programa un día, de pasada. Y me dijo: «el programa que lloran y tienen cáncer a todas horas». Pues eso. Yo cuando tuve esa impresión hace muchos años, dejé de escuchar. El programa no me daba nada, sólo bajones, y buscaba en el dial... Para mí era un programa amortizadísimo y moribundo.
Mucho estoy hablando del programa y no he puesto el último radiochip del «Hablar por Hablar»:
Otro amigo mío decía: «¡buah! ¡Si ese programa es para viejas!» Y sí, puede que tuviera razón. Quizá se olvidase de cuando teníamos 14 años y en verano, cuando quedábamos en la plaza para ir a jugar al fútbol en un cole de al lado de casa, comentábamos las historias más truculentas que escuchábamos la madrugada de antes a escondidas. Sí, el programa ha envejecido demasiado deprisa.
Para el último programa usaron la sintonía original del programa, por supuesto. ¿Por qué cambiar algo que era tan característico y reconocible por algo tan... insulso? Y he de decir que esperaba que volvieran con el preludio de La Traviata en la segunda hora. Y hubo «francesita», claro. Y anecdotario... Pero lo más sentido creo que fue la despedida de Adriana Mourelos.
En la presentación del libro del blog que hizo Goyo Benítez en Barcelona, contó algunas anécdotas de cuando cogía llamadas del personal en los primeros años de programa. No puedo contar ninguna, porque no las contaría exactamente como él... Pero la verdad es que pensé que esas anécdotas daban para un ratito largo de radio, como poco. Quizá contar parte de ese anecdotario le quitase gracia al asunto, pero la verdad es que me pareció tan curioso que me daba pena que se perdiesen esas historietas.
La foto que veis es del libro que me compré encima de mi ordenador. Ese libro lo compré hace muchos años... cuando era un crío, mis padres me daban paga semanal (pequeña y rácana, por cierto) y reuní el dinero para comprarme el libro. De cuando quedaba con los amigos para jugar al fútbol y hablábamos de lo que había pasado la noche de antes, mientras nuestros padres pensaban que dormíamos. De cuando no era un programa amortizado y «para viejas».
A ver qué nos depara «El Faro» mañana.
A ver qué nos depara «El Faro» mañana.