Solemos hablar siempre de las grandes estrellas de la radio. O sea, de las grandes figuras que se escuchan en toda España o que son iconos en tal o cual zona.
Cuando hablamos de audiencia, hablamos siempre de tal o cual programa... Aunque pocas veces nos fijamos en la emisión o tramo local de mediodía. Bueno, de vez en cuando sí, pero claro... Es que depende de la ciudad. Normalmente, hablamos poco de la gente está justo después de Àngels, después de Herrera, después de Alsina... Y esos días de estar en casa uno hace la comida con alguien distinto.
En Tarragona yo oía a Pablo Alcaraz (obviamente), pero por ejemplo en Zaragoza desde hace años, cuando el horario me dejaba, oía a David Marqueta. Digo oía, porque deja la radio (de momento). Y esto me hace pensar en todas esas personas que hacen radio local y que, a lo tonto a lo tonto, sin que salgan en las noticias de portada, hacen unos tramos importantísimos porque son los que más dan perricas a las emisoras. Bueno, eso y los deportes, claro. Son los tramos en los que la SER, por ejemplo, se convierte en nuestra emisora. En la de casa.
El radiochip de hoy es el último ratito de David Marqueta en Radio Zaragoza. Radiochip zaragozano:
Hablaba de llenar de vivencias la mochila... Yo, de paso, me llevo en la mía personal de cuando hizo la presentación del libro del blog en Zaragoza. Inolvidable, sobre todo porque aquello más que una presentación de un libro pareció un rato de radio. La cuestión es que cada uno en su ciudad tiene a su voz de la hora de comer. ¿Cuál es la vuestra? ¿Escucháis a alguien porque está ahí sin más (porque es quien está de la cadena y no os paráis a pensar), cambiáis de cadena porque os gustan más otra emisora y os pasáis de una a otra en tramos locales u os parece incluso debería haber emisiones locales en horarios que no fueran «los valles de audiencia»?
¿Consideráis que tratan temas más bien mundanos, creéis que hablan demasiado o demasiado poco de política local, de los asuntos de la ciudad... o son de éstos que llevan cada semana al estudio al famoso que va al teatro de la ciudad esa semana? ¿Sois de ciudad grande y pueden entrar oyentes o de ciudad pequeña donde hay una locutora que es la mujer orquesta y le viene justo para hacerse autocontrol y ya tiene mérito?
¡Por cierto! Estaba buscando también de radiochip aquel día en que David Marqueta tuvo en el programa a los de la competencia... A Alaya, de Onda Cero, a sus compañeros de Aragón Radio y de la COPE... Creo que fue el día de la radio de este año, pero no lo encuentro. [Igual alguien lo encuentra...] Pero mira, como Marqueta escribió un relatillo en su Facebook, voy a copiar y a pegar. Porque no dejan de ser historias de radio y merecen estar en el blog.
«Recuerdo a mi madre venir a buscarme a la piscina para decirme: “¡Chico, que te están llamando de la radio!” Con el paso de los años, he olvidado si alguna vez le llegué a contar que me había presentado a unas pruebas para Radio Minuto en las que pedían locutores. El caso es que me habían seleccionado para probar, por eso llamaban. Era el verano de 1991, tenía 16 años. Me encantaba la radio, jugué a ser locutor cuando era niño, me impresionaba ese medio que estimulaba tantísimo mi imaginación. Me encerraba en mi cuarto con la radio, diseccionaba los programas, me preguntaba cómo los preparaban, cómo eran físicamente los locutores, de dónde salían los efectos. Adoraba aquellos programas en los que aparecían personajes ficticios, como el loro de Radio Popular que cada mañana me despertaba para ir al cole; se me caía la baba escuchando a Monto y Lío, alucinaba con “la descubierta” de Gabilondo, cerraba los ojos y veía el fútbol cuando Paco Ortiz retransmitía al Zaragoza, pese a que nunca me ha gustado el fútbol. Con 8 años me escapé de casa un día de verano para ver a los locutores de Radio Zaragoza hacer su programa en vivo en la Glorieta de Sasera dentro del microbús de la emisora. Allí les vi las caras a Andrés García Jaime, a Tino Fondevila y a Carmen Pino. Qué bronca me gané en casa, pero era una oportunidad única de ver la radio por dentro.
Aquel verano del 91 se despidió de mi mientras comenzaba mis prácticas en Radio Minuto. Si finalmente superaba las pruebas, en octubre empezaríamos a salir al aire. Total, que dejé mi cole de toda la vida y me marché a un instituto que tenía jornada continua para poder trabajar en la radio. Así, por la mañana iba a clase y por la tarde me vestía de chico serio para ir a la emisora. Por allí venían los delegados de las discográficas que me traían discos. “¡Toma! Te dejo en exclusiva lo nuevo de tal o cual. Por favor, promocióname a este artista”. Era alucinante. Vivía dos vidas completamente diferentes, en mi cabeza solo había radio. En los recreos preguntaba a mis compañeros qué canciones querían escuchar para ponérselas por la tarde. Por las mañanas en clase pasaba el auricular de la radio por la manga para escuchar el “Arús con leche”. Tenía que disimular mucho para aguantarme las risas.
El día de mi suelta, mi primer día en directo, viví uno de los momentos más intensos de mi vida. Ahí estaba yo, solo ante el peligro con una mesa de mezclas que parecía inabarcable, llena de luces y botones. No puedo explicar el subidón que sentí, aquello era volar. Era estar literalmente en el aire.
La época en Radio Minuto fue absolutamente maravillosa. Éramos una pandilla de jovenzuelos emocionados por poder jugar al que nos parecía el mejor trabajo del mundo. Pasaron los años, cambiamos de empresa y os traigo aquí, al lugar de la foto que veis. Este ha sido siempre mi lugar favorito de Radio Zaragoza. En este estudio pasaron muchísimas cosas buenas, aquí viví mis mejores etapas de la radio. La primera, con Fernando Rivarés. Guau, vaya par de años haciendo el ¡Hola, Zaragoza! Imaginación al poder, gente importantísima en el estudio, montajes sonoros imposibles, radio moderna. La segunda, con Lorena Ruano, presentando el Hoy por hoy Zaragoza. Cuánto nos reímos, qué pareja formábamos. Allí no había guiones, el técnico, Alberto Gómez, intervenía en las entrevistas, la gente se iba diciendo “queremos que nos volváis a invitar, por favor”.
La magia de ese estudio está en su ventana, por eso, supongo que mirar todos los días a través de ella mientras hacía radio y ver a tus potenciales oyentes caminar, conducir, correr, invitaba a retransmitir la vida. Durante un tiempo, cuando presentaba el programa con Lorena, una pareja de tortolitos venía a sentarse cada día después de la una de la tarde a uno de los bancos del paseo. Todos los días hacíamos bromas entre nosotros cuando llegaban. Luego empezamos a hacer bromas en antena. Hasta que un día bajamos con un inalámbrico a entrevistarlos. Esa es la radio que me enamoró cuando era un crío, la de improvisar, la que juega, la que usa cualquier cosa que ocurra a su alrededor para incluirla en el guion. Esta semana desempolvando cajones me encontré con un montón de audios que representan la radio que siempre quise hacer. Me siento feliz por haberlo conseguido y por haber tenido a mis compañeros para vivirla. El audio es largo, hay un montón de promos del programa con Rafa Amargo, Jarabe de Palo, Javier Veiga, Pablo Motos, Loquillo, Luis Alegre,[...]…»
Que oye... Yo me acuerdo de algunas de las veces cuando fue el de Jarabe de Palo. Me acuerdo porque el tío se puso a hablar en patués (el aragonés de Benasque). Y mira, se me quedó ahí en la cabeza.
Y hablando de Radio Minuto y de frikadas de radio... Resulta que la despedida de Marqueta era la que usaba Arús. ¿Veis? Esos pequeños detalles frikis de la radio... Me ponía un lector del blog (Juan) en un mail: «Ya lo habrás oido. Radio local, pero para mi de primer nivel mundial. Un auténtico grande. Entiendo que al ser local no da para un post... ¿O si?» Pues mira, ha dado.
Y hablando de Radio Minuto y de frikadas de radio... Resulta que la despedida de Marqueta era la que usaba Arús. ¿Veis? Esos pequeños detalles frikis de la radio... Me ponía un lector del blog (Juan) en un mail: «Ya lo habrás oido. Radio local, pero para mi de primer nivel mundial. Un auténtico grande. Entiendo que al ser local no da para un post... ¿O si?» Pues mira, ha dado.