15 años de blog

Me parece curioso tener un blog durante 15 años. Bueno... En realidad, tengo que decir que cuando lo inicié tuve claro que la cosa duraría tiempo independientemente de lo que la gente leyera. A veces las ganas de contar cosas son mayores que las ganas de ser escuchado por alguien. En el fondo no deja de ser guay y patético al mismo sitio: guay porque es algo que se hace de manera libre y sin esperar nada... Pero patético como cuando estás en un bar y alguien está contando algo sin saber si alguien está escuchando, pero que está gritando para que le escuchen. Sin ningún motivo concreto, eso sí. Eso lo hace tierno. 

Eso de hablar sin estar seguro de que alguien está escuchando es algo que siempre me ha gustado. Pero es algo que los propios de la radio durante años abandonaron: cuando salieron las redes sociales parecía que todos los de la radio necesitaban fuertemente sentir que había gente al otro lado obligando al oyente a que pusiera cosas en Facebook y les siguiera, luego que les siguieran en Twitter (a ellos, no a los programas, que eso ya era secundario...) y paradójicamente, cuanto más se apoyaban en las redes sociales menos gente seguía a los medios tradicionales, ya fuera la propia radio, la televisión... 

Como decía, es bonito eso de que los de la radio hablen sin saber muy bien qué gente hay al otro lado, aunque eso ya no ocurra apenas. No es que quiera que todo vuelva a lo antiguo (como el uno que he cascado ahí, que es el antiguo de la Cadena 100, que mola eso de que haya vuelto), pero sí molaría que la gente pusiera su curro por encima de su ego. Lo que pasa es que, siendo sinceros, ego y radio siempre han ido demasiado de la mano, para lo bueno y para lo malo. Malo, por cierto, sobre todo para los que trabajan con los que más ego tienen o han tenido. Aunque ahora eso de tener mucho ego en la radio tiende a ser ridículo porque salir en la radio ya no significa necesariamente ser ninguna estrella. 

Lo mismo para la televisión, ¿eh? Que antes los concursantes del «Un, Dos, Tres» salían tres semanas seguidas en la televisión y eran celebridades, o cuando participaban en cualquier cosa ya eran reconocidos por todo el barrio, y ahora hay gente que sale todos los días en la televisión y tú puede que te los cruces en el tranvía 20 minutos seguidos y no caigas... porque quizá no le hayas visto jamás. Ya nadie es verdaderamente famoso como los famosos de los de antes. 

Tampoco los actores son como los de antes (en cuanto a fama, digo). Yo soy malísimo para quedarme con los nombres de los actores, pero la fama antes... bueno... eso era otra cosa. Eran gente perennemente famosa. 

El radiochip de hoy va de radio de antes y de actores de antes. Es que me dio por escuchar uno de esos especiales que hacían a final de año los de Lo Que Yo Te Diga como ristra de la sección que hacían cada año de manera monográfica. Era radio de antes... de cuando esperabas a poder grabar ese programa para poder grabar todo, que era como descargarte una sección en podcast, pero a lo antiguo. 

Hace 15 años las cosas no eran como ahora: para descargarte una sección, esa radio tenía que tener a bien ponerla para escuchar en línea, que descargar en mp3 era una cosa rara. Luego fue lo normal y ahora... vuelve a ser raro. No sé por qué lo ponen tan difícil. Supongo que para llevar el conteo, o yo qué sé. Lo que está claro es que ha habido en estos 15 años cambios muy grandes... pero que ahora esos cambios se producen a mucha menor velocidad. ¿No creéis? Pero está claro que ni los de la radio son tan famosos, ni los de la televisión, ni los actores. Esto en la radio convencional es claro, pero en la musical ya no os cuento. Antes quien quería ser famoso se quería meter a locutor de Los 40 y ahora se mete a youtubero. Pero ahora la culpa no es de la radio sino de un malvado algoritmo que ya no existe.