"Uy, no sabes la caña que le dio." O también "uy, vaya masaje, qué blando estuvo". Así se suelen juzgar las entrevistas. Qué mal, ¿no?
La entrada de hoy no es tanto para hablar de la radio -que también-, sino para hablar de qué consideramos los oyentes que es una buena entrevista. De lo que esperamos de ella, y de a qué se sienten obligados los entrevistadores a hacer para que su audiencia no se sienta defraudada.
En general, los oyentes ahora tendemos a asociar "buena entrevista" a "le ha dado buena caña". Es como si el entrevistado tuviera que ser juzgado por el periodista, o como si fuera una especie de purgatorio por el que tiene que pasar ese personaje, o como si fuera un ruedo, y el periodista el torero que le va poniendo banderillas. Y si le ha logrado meter la espada con tino, que se lleve las dos orejas y el rabo. Como un trofeo de guerra. El público de la SER parece que está esperando el sacrificio de Rajoy, y el público de la COPE parece que está esperando la enésima ejecución pública del toro Zapatero.
"Esta mañana, a las 9, Zapatero, casta leonesa, cinqueño, mogón, arromerado y manso."
"Esta mañana, a las 9, Rajoy, casta morucha, megacinqueño, astigordo, zaíno y cernido."
"Esta mañana, a las 9, Rubalcaba, casta Domecq, sexteño, astifino, colorado y probón."
Si eres Pepa Bueno, tu audiencia quiere que le cortes el rabo al astigordo. Si eres Herrera, saldrás a hombros si le has dado buen estoque al Domecq. Y, con el deporte, lo mismo.
Tengo la sensación de que los propios entrevistadores no quieren hacer buenas entrevistas, no quieren dar titulares, o no quieren sacar información de utilidad al oyente... No. Quieren dar dos verónicas y buenas banderillas. Luego el público va a ver qué tal ha estado el espectáculo, y dependiendo de cómo ha ido la faena, abucheo o las dos orejas.
Ayer Pepa Bueno entrevistó a Rajoy, y le conceden la entrevista en Moncloa justo, justo, -qué casualidad-, cuando saben que van a salir bien los datos del paro. Igual se pensaban que así eso podría ser un publirreportaje gratuito en la SER. El otro día al que le tocó torear fue a Aimar Bretos con el presi de la comunidad de Madrid, Ignacio González. No voy a juzgar ambas entrevistas... Escuchalas en estos radiochips entrevistadores:
Bueno, me arrepiento... Sí voy a decir algo de estas entrevistas: que no estuvieron mal, la verdad. Preguntaron cosas que nos interesaban, y en ambos quisieron sacar del entrevistado algunas ideas que quizá podrían ser interesantes, y terminaron yendo al grano. Y sin agredir (o no mucho), e intentando presentar los datos para rebatir. En general... pues bien, ¿no? Y dejaron hablar al entrevistado, ojo. Bueno, igual Pepa si que estuvo más al límite de "venga esas banderillas", vale. Ya sabemos que ahora se les acusa a los entrevistadores de que en vez de preguntar "hacen alegatos".
¿Entonces? ¿Todo este rollo que acababa de soltar?
Pues porque la crítica va para los propios oyentes. Uno lee Twitter y ve que los oyentes juzgamos la entrevista en plan "pues la ha dado mucha caña", o "pues no le ha dado caña suficiente". Los oyentes parece que no vamos a informarnos, sino al ruedo. Tendido 7, señora. Hay oyentes que esperaban que Aimar terminara con un fatality la entrevista a Ignacio González, y que "a lo Sub-Zero", le arrancara la columna vertebral. Otros esperan que Pepa Bueno cerrara micros diez minutos antes y poco menos se pusiera a decir "¿pero han visto lo que dice el barbas éste del frenillo?" O, como veis, hay gente que incluso le gustaría que le pegara con la mano abierta. Ahora que lo pienso... ¿Os acordáis de la entrevista a Taguas? Añadamos, pues, cuando los contertulios se piensan que si la sangre no la ha puesto el torero, ya ponen ellos las banderillas a traición cuando el toro se bate en retirada. Vamos, que les da igual informar... Van a ahostiar.
Lo mismo vale cuando Carlos Herrera hace entrevistas. Si le escucháis, normalmente deja hablar al entrevistado, y cuando piensa que no tiene razón, cree que se ven retratados, carraspea, cambia de tema y no lo rebate, para flipe del personal... Para eso está su entrada o la tertulia. Ya le pondrán de vuelta y media. Porque una entrevista es para que los oyentes saquemos conclusiones, para que nos enteremos de qué piensan, o para ver qué nos quieren vender. Pero es que parece que los oyentes pedimos "ejecución en plazas públicas". Pedimos caña. Pedimos sangre humana. De hecho, hay veces que Herrera alguna vez entrevista a alguien, le da la venada, se le va la pinza con una alegría tremenda y se pone el traje de luces, se monta en el caballo, y se lía a jugar al astuto y experto picador, cebándose que no veas. Que no salen vivos, vaya. Sangre gratuita.
Luego que no nos quejemos de que si Federico esto, que si en la SER lo otro, que si Herrera es así o que en la tele Ana Pastor es asá. ¡Si es que parece que lo estamos pidiendo a gritos! De hecho, en líneas generales, los entrevistadores muchas veces están por encima del nivel de nosotros, su audiencia. Aunque, como veis en la colección de tuits, no todo el mundo tiene tantas ganas de hemoglobina a chorrones.
Cuando viendo los comentarios de las entrevistas vemos que básicamente todo se traduce en un "nosotros teníamos el dedo hacia abajo, y no le has dado muerte para satisfacer al pueblo", o un "le dio muerte, qué gran gladiador tenemos"... pues eso, que a ver si somos nosotros, que no queremos periodistas, sino gladiadores. O periodistas que se vistan de gladiadores. Lo de Ana Pastor ya lo inventó Mercedes Milá años ha. No es nuevo. ¿Qué somos, pueblo en el circo o pueblo con ganas de informarse?
Juzguemos las entrevistas por lo que logran sacarles y por lo que logramos conocer a través de ellas, no por si pasan por la parrilla de San Lorenzo o no. Ya sabemos que todo a la parrilla sabe mejor, pero es que los entrevistados no son un Whopper.
¿Entonces? ¿Todo este rollo que acababa de soltar?
Pues porque la crítica va para los propios oyentes. Uno lee Twitter y ve que los oyentes juzgamos la entrevista en plan "pues la ha dado mucha caña", o "pues no le ha dado caña suficiente". Los oyentes parece que no vamos a informarnos, sino al ruedo. Tendido 7, señora. Hay oyentes que esperaban que Aimar terminara con un fatality la entrevista a Ignacio González, y que "a lo Sub-Zero", le arrancara la columna vertebral. Otros esperan que Pepa Bueno cerrara micros diez minutos antes y poco menos se pusiera a decir "¿pero han visto lo que dice el barbas éste del frenillo?" O, como veis, hay gente que incluso le gustaría que le pegara con la mano abierta. Ahora que lo pienso... ¿Os acordáis de la entrevista a Taguas? Añadamos, pues, cuando los contertulios se piensan que si la sangre no la ha puesto el torero, ya ponen ellos las banderillas a traición cuando el toro se bate en retirada. Vamos, que les da igual informar... Van a ahostiar.
Lo mismo vale cuando Carlos Herrera hace entrevistas. Si le escucháis, normalmente deja hablar al entrevistado, y cuando piensa que no tiene razón, cree que se ven retratados, carraspea, cambia de tema y no lo rebate, para flipe del personal... Para eso está su entrada o la tertulia. Ya le pondrán de vuelta y media. Porque una entrevista es para que los oyentes saquemos conclusiones, para que nos enteremos de qué piensan, o para ver qué nos quieren vender. Pero es que parece que los oyentes pedimos "ejecución en plazas públicas". Pedimos caña. Pedimos sangre humana. De hecho, hay veces que Herrera alguna vez entrevista a alguien, le da la venada, se le va la pinza con una alegría tremenda y se pone el traje de luces, se monta en el caballo, y se lía a jugar al astuto y experto picador, cebándose que no veas. Que no salen vivos, vaya. Sangre gratuita.
Luego que no nos quejemos de que si Federico esto, que si en la SER lo otro, que si Herrera es así o que en la tele Ana Pastor es asá. ¡Si es que parece que lo estamos pidiendo a gritos! De hecho, en líneas generales, los entrevistadores muchas veces están por encima del nivel de nosotros, su audiencia. Aunque, como veis en la colección de tuits, no todo el mundo tiene tantas ganas de hemoglobina a chorrones.
Cuando viendo los comentarios de las entrevistas vemos que básicamente todo se traduce en un "nosotros teníamos el dedo hacia abajo, y no le has dado muerte para satisfacer al pueblo", o un "le dio muerte, qué gran gladiador tenemos"... pues eso, que a ver si somos nosotros, que no queremos periodistas, sino gladiadores. O periodistas que se vistan de gladiadores. Lo de Ana Pastor ya lo inventó Mercedes Milá años ha. No es nuevo. ¿Qué somos, pueblo en el circo o pueblo con ganas de informarse?
Juzguemos las entrevistas por lo que logran sacarles y por lo que logramos conocer a través de ellas, no por si pasan por la parrilla de San Lorenzo o no. Ya sabemos que todo a la parrilla sabe mejor, pero es que los entrevistados no son un Whopper.
Tenemos un Presidente del Gobierno que parece que tiene 4 años cuando responde. Poco más puede hacer un entrevistador ante tamaño incompetente.
ResponderEliminarEn generl de acuerdo, pero nada en absoluto con esto:
ResponderEliminar"Lo mismo vale cuando Carlos Herrera hace entrevistas. Si le escucháis, normalmente deja hablar al entrevistado, y cuando piensa que no tiene razón, cree que se ven retratados, carraspea, cambia de tema y no lo rebate, para flipe del personal... Para eso está su entrada o la tertulia."
Carlos Herrera es coherente en las entrevistas en el sentido de que las hace blandas e igual de blandas sea el entrevistado de un bando u otro, pero no hay nada que me parezca más miserable que le hagas una entrevista amable a alguien y luego, cuando no está, le pongas de vuelta y media en tertulia.
Eso sucede en todas las tertulias... Luego los opinadores opinan. Y si están en contra... pues eso.
EliminarBueno, es su estilo. La gente que va a que le entrevisten tampoco le dice: "Oiga, Herrera, que usted me pone de vuelta y media y aquí se está amilanando"... estaría bien que lo hicieran :) Una vez me definieron a Herrera como un "De la Morena venido a más" haciendo entrevistas..
EliminarEs un poco el estilo de Federico también. Aquella entrevista a Zp...
A mí lo que me parece es que tanto las entrevistas que son palmaditas al entrevistado como el caso contrario son una pérdida de tiempo absoluta. Yo tengo serias dudas que estén ganando las hostiles a las amigables, entre otras cosas porque todavía se piensa aquello que haciendo una entrevista de palmaditas el entrevistado va a volver.
ResponderEliminarConsidero que actualmente como está la situación del país hacer a cualquier político una entrevista de carantoñas no tiene sentido ninguno. Esto tampoco quiere decir que se les llame ladrones, chorizos y sinvergüenzas, simplemente ponerles encima de la mesa datos que los hay a punta pala.
Cuando Ángels entrevistó a su Excelentísima Señora Marquesa Doña Esperanza Aguirre no pareció nada mal el tono que tomó la conversación, entre otras cosas, porque ya sólo faltaba que el entrevistado te diga qué tienes que preguntar y qué quiere decir sin que tú le preguntes nada.
El problema es que los políticos se habían acostumbrado a que entrevista que iban entrevista que se les daba un ramo de flores para que volvieran, pues no, ni tanto ni tan corto.
Me recuerda a esos adjetivos de Monegal, sobre las entrevistas que no le gustan, de : un masaje, una espuma. Él siempre pide que se muerda al entrevistado.
EliminarMe acuerdo de cuando entrevistaron a Anguita en carne cruda, fue un masaje escrotal en toda regla, quitando un par de apretones que molestaron al califa. Pero, supongo que cuando el entrevistado juega en casa poco se puede hacer.
A mí en esta entrevista en concreto Pepa Bueno me pareció que estuvo bien. En algunos se ha pasado de impertinente y eso me desespera, pero en esta ha dejado responder, pero no por ello ha dejado de repreguntar o poner encima de la mesa muchos temas de los que Rajoy debía dar cuenta.
ResponderEliminarY por cierto, gente que no es oyente de "Hoy por hoy" también le gustó esta entrevista.