jueves, 9 de octubre de 2014

quejas mías

Hacer los programas fuera del estudio tiene algunas desventajas. De eso ya he hablado en más de una ocasión. Pero aprovecho la radio para hacer también mi queja. Esta queja viene ayudada del radiochip de hoy.

Yo no sé si soy yo. Pero ahora está muy mal visto que un padre reprenda en público a su hijo, o que le mande callar. No sé si es cosa mía, pero ahora los bares y sobre todo los centros comerciales parecen los nuevos parques y jardines, en donde los niños se desfogan, gritan, chillan, corren, patalean e incluso se revuelcan. Mientras, en plan Supernanny, los padres usan la técnica de no hacer ni puto caso para que el niño cese solo. ¡Error! Eso está muy bien en casa, pero si estás en sociedad, por ejemplo en un tren, el grito enfervorecido del niño -que a veces piensas que le están despellejando vivo, que piensas quién narices le está arrancando la piel a tiras- jode al personal, que no es precisamente el padre o madre, que está a por uvas. 

Entonces nos encontramos ante dos opciones: la primera, gritarle al niño o decirle que se calle amablemente. Aunque fuera de manera reiterativa, señores, es posible hacerlo. A veces el solo gesto de ese padre que le dice al niño "oye, cállate un ratín" o "venga, un poco de silencio", consuela al resto del personal. O dejar al niño jugando en la calle -cosa que ahora no se hace porque te raptan al niño segurísimo, o te viene el señor de la gabardina todo pinocho-, o dejar al niño con abuelos, vecinos y derivados, cosa que sabemos que no siempre es posible. 

La segunda opción es la de "os jodéis, mundo". Suele ir acompañada de "mi hijo grita... Pues te jodes". No sé si a alguno se le ocurriría llevar al cine a su niño, sabiendo que es un crío y que va a joder toda la peli al personal, o si se le ocurriría llevarse al crío a una obra de teatro de arte y ensayo de dos horas... ¿No? 

Pues resulta que a la radio sí. 

Mi queja va para todos aquellos padres que se llevan a los críos a ver la radio. Vale que te los lleves a comprar, de viaje, al trabajo... a donde sea. Hay veces que no hay otro remedio, aunque lo de ni siquiera mandarlos callar sea una cosa sacante de quicio. Pero... ¿Ir a ver un programa de radio es una cosa de primera necesidad? La respuesta es un rotundo no. 

El otro día Francino hizo el programa con público en Zaragoza. Desde casa podíamos escuchar la entrevista con Belloch mientras le metían agujas a un niño debajo de las uñas. Los padres en cuestión debieron de pensar que la magia de la radio consiste en que los micros silencian los gritos de los niños. Debieron de pensar también quizás que el programa de Francino era tan aburrido que escuchar los berridos del niño era una cosa mucho más entretenida. Imagino a la gente de alrededor aguantándose las ganas de decirle a la madre "váyase, señora González, váyase". Imagino lo tenso que sería para los del programa decirle al padre del niño: "Señor, esto es la radio, y el casting de Pequeños Gigantes, sección imitadores de Mónica Naranjo, es en otro lugar". Pero como está prohibido eso de decir "oiga, es que he venido a ver un programa de radio y no a su niño" o peor... "señora, no soy sordo y su hijo me molesta más que a usted", durante rato y rato pudimos escuchar el siguiente radiochip Raulito:



Francino, en un momento muy suyo, vino a decir que "hay un conflicto con el niño" o algo así. Yo, de Francino, hubiera cogido a alguien del equipo y le hubiera dicho: "oye, ve a la señora y dile que estamos en antena, por si no se ha enterado". No esperaba menos que el que te estén jodiendo el programa y constatar el "conflicto", sin hacer nada. Pobre padre o madre... Que no tienen otra cosa que hacer en esta vida que ver su programa con el niño gritón. 

Señores organizadores de los programas de radio: Si hay un niño dando por saco... Saquen de la sala al niño junto con el padre, madre o tutor. Una medida superdurísima, liberticida y superfascistoide. Si no se lleva la gente al niño pequeño a la ópera, ni al teatro ni a un concierto de música clásica.... Tampoco a la radio. ¿Queda claro? Y si el padre en cuestión no puede ir al programa porque no puede dejar al niño en otro sitio, pues que no vaya a ver el programa. Hoy se hace JELO en Zaragoza, y escucharemos todos por la radio si también van padres con hijos con incontinencia acústica... o no. De todas formas, 3 horas seguidas de programa no es una cosa que un niño pequeño tenga unas ganas tremendas de soportar. 

Esta entrada espero que esté a la altura de Puri Beltrán. Le dedico esta entrada, y que me perdone por robarle sus ideas herodianas y hacerlas mías una vez más. 

3 comentarios:

  1. Yo es que lo que pienso es que el programa de Francino no es apto para menores. Para mayores tampoco, pero ese es otro tema.

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  2. El día que me tocó hacer en tren un Madrid-Valencia en la época anterior al AVE... Último tren del día. Llegada a Valencia pasadas las once de la noche. Si el día ha sido duro, es momento de dar una cabezadita... Pues ahí estaba el niño, dando por culo desde el quinto minuto del viaje. No hablamos de un bebé llorando. Un niño que ya sabe que hace y que debe hacer caso de lo que sus padres le digan.

    El padre pasando olímpicamente. Porque para un padre, su hijo jamás molesta. "¿Con lo mono que es mi niño? ¡Si está para comérselo! Es que la gente va amargada por la vida". Sí, en serio, estoy seguro que eso es lo que piensan.

    Todos, por la educación que no tenía el padre nos tocó callar y aguantar. Deseando estábamos de que se bajaran en Albacete y dejasen de tocar los huevos, pero no... Hacían el trayecto completo. Y pasó lo que tenía que haber pasado antes.

    Al poco de arrancar el tren, con el niño gritando en su salsa, un hombre le metió al padre una charla-bronca, dura pero con educación y en voz bien alta para que se oyese. Mano de santo. El padre colorado como un tomate se llevó al niño a la plataforma que hay entre los departamentos del tren para, a su vez, allí abroncar a su hijo. Bendita insonorización del Talgo. Allí se quedaron hasta llegar a Valencia.

    Lo más desencajante de todo, los comentarios en voz alta cuando este hombre actuó. "Por fin. Ya era hora. Es que no puede ser. Menos mal que alguien le ha dejado las cosas claras..." Vamos, que en esta vida nadie da el paso y luego todo el mundo se extraña de que nadie lo diera. De locos.

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    1. Por lo visto, tú tampoco le dijiste nada ;) El miedo es libre y a nadie le gusta que le peguen.

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