Hay algunas cosas que me sacan de quicio:
1º. Que casi todas las emisoras emitan programas de toros los domingos por la noche.
2º. Que los empresarios de la radio se piensen que la gente está toda aborregadísima y que se piensan que son como muchos de ellos: sin interés por nada que requiera un mínimo de esfuerzo intelectual.
3º. Que la gente no obedezca aquello de "lo que funciona no lo toques".
4º. Que marginen a un programa pensando que la gente que es fiel a un programa (y por tanto, muchas veces a la cadena) puede ser maltratada radiofónicamente hablando, como si fueran desconsolados televidentes de la 2.
5º. Que cuando un programa funciona, después de maltratarlo todo lo que se pueda y más, haga de ese programa bandera y vender "que es un emblema de la cadena".
Y la rosa de los vientos se ajusta a estos cinco puntos en mi mente. Porque Onda Cero Radio por fin, y de manera continuada, confía en un programa que no es de toros (aunque los muy hipócritas venden que son la alternativa, cuando en tiempos pusieron un programa llamado "Plaza de Toros", con Federico Sánchez Aguilar, para competir con Los Toros y El Albero.
Porque Juan Antonio Cebrián (El Grande) fue relegado a altas horas de la madrugada, y sustituidos por el programa de José Luis Salas, mucho más ligero.
Porque para readmitir en el "late night" de la radio a La Rosa, tuvieron que ver que con 3 distintos sustitutos nunca consiguieron llegar a los niveles de audiencia que tuvo la rosa. "Ah, pues lo que había antes tenía más audiencia".
Porque pensaron que podían poner La Rosa de 4 a 6 de la mañana y que los casi 250.000 oyentes que tenían iban a madrugar y dejar sus trabajos sólo por oír el programa.
Y lo más sangrante, que cuando murió Juan Antonio, poco menos que él era un emblema de la cadena al que siempre habían apoyado. La ONCE sí, Telefónica y Planeta... no tanto. Me parece injusto, porque Juan Antonio siempre fue un emblema de la Onda Cero "libre", la que (a mi juicio) murió en 1999.
La nueva Rosa sigue manteniendo el espíritu de la antigua, no en vano su directora, Silvia Casasola, mantiene la llama y el espíritu de su marido. Lo malo es que nunca volverá a ser lo mismo: no habrá más pasajes de la historia (tema que un día habrá que tocar), y el presentador -Bruno Cardeñosa-, aunque muy culto y gran conversador, como locutor, "sineceramenete no esss lo mísemo". Hay que hacerse a su manera de hablar...
Sin embargo yo creo que el equipo de Silvia, Bruno, Martín, etc., es lo mejor de la madrugada de domingo a lunes. Y espero que ningún directivo tenga la infeliz idea de tocar lo que sin dudas funciona, y funciona muy bien.
En el siguiente enlace, la primera hora del programa del domingo 4 de octubre de 2009:
Excelente programa. Lo sigo desde que tenía 13 años. Por ponerle un pero, las tertulias están demasiado preparadas (¿o es que antes flipaba con la sabiduría de los contertulios?). Y un placer recuprar "los pasajes por la historia" con José Antonio.
ResponderEliminarEmilio Salgari fue un escritor italiano de principios del siglo XX que lo mismo escribía novelas de piratas (es el creador de Sandokán) que novelas del Oeste.Sabía lo que interesaba a sus lectores,y por eso,por ejemplo,hablando de la muerte del General Custer,se inventaba que Toro Sentado le abrió el pecho y se comió su corazón allí mismo.Y para rematar la faena,con todo el morro del mundo,ponía una nota a pie de página que decía que realmente había ocurrido tal cual.A los Pasajes de Cebrián les ocurre lo mismo.Engancharán a la audiencia,serán amenos,eso no hay quien lo niegue,pero su valor histórico es nulo,y eso el propio Cebrián debería haberlo aclarado desde el principio.Pero entonces,habría matado a la gallina de los huevos de oro.Y eso le importaba más que el hecho de que sus oyentes crean que saben de historia cuando repiten las anécdotas ficticias que colaba entre datos reales en sus "Pasajes".Claro que a sus oyentes ya les vale,por creer que habría algo riguroso en un programa tan magufo como ese.
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