la noche de los detectives

Pues ya me apetecía hablar así, sin venir a cuento, del primer programa de radio al que me enganché, y que a día de hoy sigue en antena afortunadamente. Hablo del "Si Amanece, nos Vamos". Sí, un programa de madrugada. Sí, un programa que por lo tanto es minoritario. ¿Y qué? Es, para mí, una de las esencias de la SER.

Como ya he hablado del programa en alguna ocasión, y de alguna de sus secciones y esquinitas más rebuscadas, me tocaba hablar de una parte del programa que un día desapareció, que la recuperaron, pero que para mí es intocable: la noche de los detectives.

No recuerdo la primera historia que escuché... tendría 14 ó 15 años por entonces. Sí recuerdo una que Roberto contó del tirón como "de las típicas de campamentos", y que os puede dar idea de cómo funciona esta hora mágica de la radio: en medio del desierto aparecía un hombre desnudo. Sin llevar nada encima, nada de nada; ni ropa, ni llaves, ni cantimplora... nada. Nada, excepto una pajita en la mano. La historia se queda ahí. [Os juro que me siento hasta ridículo contando el mecanismo de este juego, porque lo tengo tan metido en las venas que me parece increíble que a lo mejor no lo conozcas.] Decía que la historia se queda ahí. A partir de ese momento, los oyentes tienen un máximo de tres preguntas que hacerle a Roberto. Roberto sólo puede contestar tres cosas: sí, no, o "carece de importancia". ¡Carece de importancia! Cuando la pregunta parece interesante y Roberto pronuncia mi contestación preferida, "carece de importancia", es un roto para el que llama y para el que escucha. ¡No van por ahí los tiros! Todo transcurre durante una hora y hasta que adivinan el nudo de la historia... Resulta que tres amigos hacían un viaje en globo, y que poco a poco iban tirando lastre, hasta que, cuando ya estaban en pelota picada, cogen de la cesta del globo tres pajitas: el que sacase la pajita más corta sería tirado al vacío.

La putada es cuando termina la hora y la historia es tan tan difícil que... ¡te quedas con el regomello hasta la semana siguiente! ¡Nooooooooooo! Me acuerdo de aquel verano que el programa empezaba a la una de la madrugada. La hora de los detectives duraba más y yo tenía la radio inyectada por vena de madrugada.

Como radiochip, una de las historias a medio resolver y otra historia nueva de una hora cualquiera que ni he seleccionado: he cogido una al azar... porque todas son buenas. Radiochip del misterio:

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Lo reconozco, el Facebook es a esta hora lo que el Chat al "Hablar por Hablar"... me lo cargaría sin contemplaciones. Lo romántico es que sólo entren llamadas. El oyente y Roberto, mano a mano. Y lo que me gusta es que las historias sean enviadas también por los oyentes: como ya saben los oyentes de lo que va el tema, son los propios redactores e inventores de las historias, e incluso se vota cuál es la mejor historia de cada temporada. Incluso durante una temporada (¿o dos?) estas historias formaron parte de "La Ventana" de Gemma.

Debió ser a finales de los 90 que Roberto y Gregorio Benítez sacaron el libro de "la noche de los detectives", y rápidamente en cuanto me enteré me fui al centro a comprarme el libro. Nada más salir de la librería ya me estaba leyendo aquel extraño libro con pistas al final, para jugar. Estaba tan metido en las historias que en vez de pillarme el bus 23 me píllé el 32. Cuando levanté la vista y miré por la ventanilla al final del bus, medio acurrucado, me encontraba perdido por la ciudad con el libro en la mano, sin saber dónde coño estaba.

El programa hace poco tiempo se llevo el Ondas. Para mí merecidísimo, aunque sólo sea porque así se premiaba al programa que me abrió los ojos y que me enseñó que la radio molaba. Mucho.