las campanas del averno

Los que llevéis mucho tiempo leyendo el blog ya sabéis de qué va la entrada de hoy y qué narices son las campanas del averno. Porque van a cumplirse ya 10 años desde que Nacho Villa tuvo la genial idea de castigar a todos los oyentes de la COPE con una sintonía salida desde el último fondo de los infiernos de Dante.

Por cierto, el último círculo de los infiernos de Dante es el de la traición. Y si Jiménez Losantos estuviera leyendo esto, diría que no se me podría haber ocurrido mejor analogía. Como todos sabemos, en aquellos últimos meses de Federico en la COPE, no se cortaba ni un pelo en señalar a Villa como quien señala a Judas.

La cuestión es que aquel año de Nacho Villa (antes Ignacio Villa, más formal) pensó que iba a estar guay recordar sus tiempos de corresponsal en Reino Unido y machacar al personal con las campanas clásicas. Mirad esta partiturita: 

Sí, los famosos cuartos de Westminster, que creo que es la sintonía de carillón que creo que está más extendida en todo el mundo. Parece ser que la primera vez no sonó en el famoso campanario de Londres, sino en Santa María la Mayor de la universidad de Cambridge. Tenemos que remontarnos a finales del siglo XVIII. 

Pero claro... Mezcla tú esto con una sintonía de informativos y machaca al personal. En septiembre se cumplirán 10 años de este engendro, que es el radiochip carilloniense: 

«España despierta con Nacho Villa». Pues vaya susto, señora.

Que ojo... Yo no sé quién fue el compositor del engendro, pero no le culpo. Es como si le dices a un pintor que quieres una mezcla entre el grito de Munch y el retrato de tu abuela y quieres que te salga algo parecido a Blanca Suárez. Pues mira, no. El pobre pintor hará lo que pueda, igual que el compositor de este bodrio hizo lo que pudo. 

No quiero imaginarme a esos niños que se levantaran de la cama por la mañana y sus padres, con la radio de fondo, les diera por poner la COPE. Los pobres niños teniendo ahí los pobres unos espasmos mientras van hacia el vaso de Cola-Cao entre ataques de epilepsia, como si acabaran de ver a Pikachu atacando, convulsionando hacia la cocina mientras los padres sufren pensando que la vida les está describiendo en tiempo real la canción de los Crash Test Dummies.