jueves, 22 de marzo de 2018

a veces la montan los de la radio...

Que sí, que es un horror cuando se monta una trifulca en antena, pero luego bien que todos hacemos clic cuando sabemos que esto ha ocurrido. Nos gusta la polémica, que de repente alguien levante la voz...

Nos molesta mucho cuando se monta una trifulca que no entendemos o que es artificial. Nos molesta también cuando los gritos sirven para echar por tierra nuestras propias ideas. Quizá por eso muchas tertulias invitan a uno (sólo uno) de los que están en contra de la opinión general del medio (el sparring) para que se someta a un linchamiento que por un lado sirve para que los oyentes sientan que son ellos los que están ahostiando dialécticamente a esa persona que piensa distinto, o bien sea simplemente para justificar que en esa tertulia hay más que un punto de vista. 

Hay otras tertulias que son más o menos «homogéneas» (gente que politicamente no es gruppie de ningún partido, gente que está más pendiente de explicar un punto de vista que de defenderlo a capa y espada, o gente que simplemente no está en ninguno de los extremos), y otras tertulias, como las de RAC1, sobre todo los lunes, en las que tienes gente de todo pelaje (de todos los puntos de vista, quiero decir), pocos pelos en la lengua, que son conscientes de que la audiencia sabe situarles políticamente sin ningún problema, que tienen sentido del espectáculo, y que a veces es excesiva. Si esta tertulia goza de un moderador que es como un árbitro de competición internacional, que «deja jugar», puede transformarse en una reacción exotérmica en la que nunca sabe uno qué hacer o dónde meterse para que eso no estalle. Basté ya tiene experiencia en lidiar con estas situaciones. 

Ocurrió que la Rahola expresó malestar (bueno, asco) porque la hermana de su compañero de tertulia, Sardá (con quien discute, grita, pero con quien también se abraza en el estudio en determinados momentos de tensión), estuvo en la manifestación de Societat Civil Catalana, avalando aquel acto. Lógicamente a Sardá le supo fatal. ¿Quién tiene narices de parar a estos dos?

La trifulca tuvo lugar este lunes y la puedes escuchar en este radiochip trifulco: 



Este tipo de ratos de radio no son distintos a las que se pueden producir en la calle. La Rahola se pone subidísima de tono, pero en la tele vemos también a gente por las calles que también están con los ánimos en todo lo alto. En realidad, esta tertulia no es otra cosa que la visualización de los puntos de vista de la calle, pero subido un par de puntitos. 

No sé hasta qué punto se cae en el espectáculo, sin más, hasta qué punto es la confianza de tanto conocerse (entre ellos y por parte de los oyentes) la que hace que suban ese par de puntitos o tres sin que la cosa se vaya de madre, o hasta qué punto es trasladar el debate callejero a la antena. En todo caso, es injusto decir que si el programa tiene éxito es por esta tertulia. También sería falso decir que esta situación es inédita, decir que esto jamás pasa en la tertulia, y que normalmente es una tertulia sin sangre. 

Digamos que estas situaciones no ocurren a todas horas (aunque no son raras), que el programa tiene muchos más elementos, aunque éste es uno más de los que atraen al oyente, y que se sabe trasladar el debate de la calle a la antena invitando a gente muy diversa, aunque siempre los contertulios suban ese par de puntitos, den mucho espectáculo, y que el medio, en sí mismo, su línea editorial, tire hacia un lado. 

Es que igual que el radiochip de este lunes es de tensión extrema, como decía, en otras ocasiones... Radiochip trifulco, pero al revés, de octubre del año pasado:



¿Veis? Hay un componente de espectáculo que no hay en el resto de grandes cadenas. Quizá el leit motiv de la política catalana está tan sacado de quicio, que la radio termina dando estas escenas tan distintas. No lo sé.  Quizá se abusa del histrionismo o del espectáculo... O quizá simplemente se salen del encorsetamiento del típico programa informativo de las mañanas para dar una cosa distinta. Quizá sean las dos cosas a la vez. 

2 comentarios:

  1. Los catalanes son los americanos de España. Los que mejor hacen el show business. Y se nota. Los gallegos, en cambio, dominan la meditación y el zen.

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    1. Sardá utiliza argumentos feministoides, no sé con qué grado de autoconciencia.

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