Odio eso de «cafelito». Me saca de quicio ese diminutivo erróneo. Cafecito, señores... cafecito. Pero he preferido poner lo de «cafelito» para que saque más de quicio.
El radiochip de hoy me lo sugirió un amigo: Alfonso. La radio no tiene mucho misterio y ahí está precisamente su gracia. La gente habla, meten músicas, hay un micro por donde se escuchan cosas y un receptor que escucha todo sumado. Sin más. Simple, ¿eh?
En la televisión se ponen muy pejigueros con todo, y con razón: Que si no dar la espalda a la cámara, el no cometer faltas de ortografía en los letreros, infografías majas, una determinada línea gráfica y sonora, que no se cuelen voces de fondo, que el micro no pegue en un collar que lleva el que está hablando, que no se cuele el audio del pinganillo del presentador... Todas esas cosas.
Y en la radio, aunque el sonido está sobrevalorado, ya que nos conformamos con cualquier cosa y nos da igual todo, hay veces que... En fin... Me refiero a todas esas cosas que, por lo que sea, nos sacan de quicio. Hay ruidos característicos que más o menos nos dan igual. Si sabes que Paco González se abre una lata de Coca-Cola en cada partido, casi estás esperando en qué momento va a sonar cómo se abre la lata. Pero es un segundo.
Otras veces ya es más sacante de quicio. Me acuerdo de los ruiditos que hacía de fondo el General Monzón en el programa de Julia o cuando Francino haciendo fuera el programa se encuentra con un niño que se pone a llorar y... nada, no pasa nada, que es un niño. ¡Pero qué postureo es ése! Que no, que no... que se lleven a la criatura, que eso es la radio. Pero nada, a sufrir al niño por la radio, porque somos guays.
Y el otro día, en el «Hoy por Hoy», Aimar Bretos tenía a Josep Borrell. Alfonso, que me escribió, me dijo que a alguien se le había colado el sonido mientras se hacía un café. Yo añado: Creo que el que se estaba haciendo el café era el propio Borell. [De hecho, buscando una imagen para el blog, he encontrado el café de Borrell... Indicado con la flecha. Muy fan de la radio visual.] El radiochip de hoy es ese rato en el que, tranquilamente, mientras le entrevistaba Aimar, escuchamos cómo se pone el café, se echa el azúcar, remueve... No os voy a poner todo entero, sino un trocito. Radiochip torrefacto:
Es que obviamente no veo a Aimar diciéndole a Borrell: «Oiga, señor ministro, pare con el cafecito de los cojones, que se cuela todo en antena». Porque imagino que era Borrell el del café, obviamente. Luego se pudo escuchar más ratito de café, pero con este radiochip, suficiente.
Cosas curiosas que pasan en la radio. Pero un aviso para los ministros y demás gente importante: Por favor, por mucho que sea la radio, no hagan como en el «Sálvame» y no se pongan a rumiar como gacelas en antena. Los oyentes como Alfonso (y yo) se lo agradeceremos.
Ahora mismo, el ruido de radio que más detesto es la risa de ?Begoña? donde Alsina...
ResponderEliminarMe parece muy bien que se lo pase tan bien en su trabajo, pero si cierra el micrófono de vez en cuando, se lo agradeceré.
No tiene nada que ver con esta entrada de hoy pero comento que el miércoles se produjo "momento Larguero" al final de la Brújula con el consiguiente momento corrector.
ResponderEliminarPara mí lo peor es televisar la Radio.
ResponderEliminarIncluso, quizá, los Post... Para no perder el placer (y habito) de escuchar la Radio
Gracias por la entrada ;). Yo no caí en que fuera el propio Borrell. En cualquier caso me desquició porque todos estamos acostumbrados ya a que suele algo si algún contertulio está con el café, pero es que esta vez hubo cierto ensañamiento.
ResponderEliminarCarlos Herrera también nos ha regalado algún momento "tostada" memorable...😄
ResponderEliminarLos ruiditos, en su justa parcela, le dan encanto y naturalidad a la radio...
ResponderEliminarAbogado de Antena 3 de Radio
Ay pues todos estos soniquetes los agradezco mucho. Le dan un verismo al medio que la tele por ejemplo no tiene.
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