Carlos Pumares

Ha muerto una de las personas más interesantes que ha dado la radio: Carlos Pumares. Así abrió RNE el boletín de la una de la madugada, en lo que llamaría Pumares «las apasionantes noticias»:

Seguro que hoy hay mogollón de gente que habla de que su formación, del cine, de su historial... Pero es que en el blog he hablado de él tantas veces... Que si el famoso monolito, que el dar lo que se supone que se espera de él en la radio (ya hablé de ello), de cuando estaba en Antena 3 Radio, de cuando le gritaba a los oyentes, de cuando era troleado, del ascensor, de cuando rellenaba con videntes, de cuando le gritaba a jovencitos confusos, del famoso Fibergrán, de más gritos a los oyentes, de cuando participaba en tertulias divertidas por la tarde... Y me habré dejado cosas. 

Pumares era entretenimiento puro. Nunca pensé que me convertiría en oyente suyo. Le descubrí cuando ya estaba en Onda Cero. Yo no tenía ni idea de qué iba a ir su programa, y dije: un tío que habla de cine y que los oyentes llaman para comentar cosas... Vaya bodrio. Pero no: era un descubrimiento continuo de cosas que no conocía con el añadido de que cuando se ponía borde lo disfrutaba que te mueres. Un rato hablaba de cine y cinco minutos más tarde se ponía a gritar porque en la publicidad de tal hotel decía que te trataban como en casa... pero que él quería que le tratasen mejor que en casa. Que en su casa, cuando se comía una manzana no le ponían una nueva. Pero gritando. Como Juan del Val los jueves, pero en agresivo y creyendo profundamente en sus tesis. 

Hace un tiempo, hablando con un amigo, le dije que tenía que hablar otra vez de Pumares porque ya bastaba de programas amables nocturnos en donde no se dijera nada. Pumares era un espectáculo en sí mismo. Y quiero que la radio nocturna sea un espacio donde pasen cosas. Que parece que somos todos de pitiminí. Oye, que si te llama un oyente y no estás de acuerdo, pues tío... a muerte con tu tesis. ¡Cuélgale! ¡Cágate en todo y pon música clásica para que la SGAE no se lleve un duro aunque tu tesis sobre la SGAE no se sostenga! Si la odias y fuerzas a tus oyentes a oír por norma música clásica, pues se fuerza. Si se van los oyentes... pues es que no los quieres. No llegan a tu altura. Quien algo quiere, algo le cuesta. Pumares era especial... Tenía gracia, mala leche... Era radio. Cuando le quitaron de la radio ―aquí Pumares haría una referencia a Ferrari― fue de los primeros en que le tentasen desde algún sitio de internet (Terra) en tener un vídeo blog. Y dijo que por ahí iría el futuro. No se equivocaba, pero la verdad es que siempre me sonó a que simplemente era el sitio de donde le habían llamado y había que vender el pescado. 

Llegué tarde a pasar noches escuchando a Pumares. Le pillé en esa última etapa en la que nunca se sabía cuándo empezaba su programa y cuándo terminaba: si iba los fines de semana al principio, al final, o cómo. Muchos de los que estén leyendo el blog ahora mismo no habrán tenido la fortuna de haberle escuchado... Pero mucho peor: no tendrán la experiencia de haber escuchado nada parecido en la radio. Es difícil imitar a Pumares, porque la frikada de hacer lo de Pumares no consistía en meterse con los oyentes o algo así... consistía en ser Pumares. Consistía en dar un contenido en la radio que no te viene con un guion previo, ni consiste en ser amable con nadie. Consiste en que tú vas con tus conocimientos de friki y tiras hacia delante. Consiste en que tú das lo que tú quieres, y tiras hacia delante. Consiste en tener gracia sin ser gracioso. 

Como conté un día en el blog, tuve la inmensa suerte junto con unos amigos de conocer a Pumares y estar con él tres minutos aproximadamente. Nos divirtió. Nos hizo el show. Nos insultó. Nos divertimos. Nos dio lo que queríamos. Grande, Pumares. Gracias por tantas noches de desvelos con alaridos y frikadas. De eso ahora no hay. Pumares seguía siendo necesario.