Venga, voy a tocar un temita no demasiado delicado para los que somos oyentes, pero quizá sí para las radios que se gastan una pasta gansa en estudios para que les digan, sobre todo, qué canciones programar. Escribí esto en julio (para principios de agosto, antes de todo esto de Rosalía y Bizarrap y Quevedo a todo trapo... aunque inspirado en eso). Así que igual esto de hoy os suena a resumen de lo comentado este verano. Vamos al pasado... Y voy a hacer un resumen muy, muy a trazo grueso (pero mucho):
Época 1. La época de la clásica y el cante.
En los inicios de la radio, la música era básicamente eventos en los que se pillaba a una orquesta y se emitía por la radio. Una cosa flipante para la época, ya que el acceso a la música era muy limitado. Después de la clásica, cantantes, concursos variados, etc.
Época 2. Los enterados.
Los que tenían acceso a mercados extranjeros podían traer discos de música aquí desconocida. Los éxitos que lo petaban fuera... ¿Por qué no iban a petarlo dentro? El icono podría ser Ángel Álvarez: gente que es entendida en música y se gastaba pasta en conocer cosas necesarias para llevarlas a la radio. [Había mucho más, pero se entiende la idea].
Época 3: El DJ que huele el éxito.
Los jefes de las musicales y muchos trabajadores que ponían discos eran gente que estaba metiendo las narices en la industria. Por un lado, sabían, olían, intentaban descubrir qué es lo que iba a gustar al personal. Con la otra mano... bueno, ya sabemos... Muchos ponían lo que les mejor les convenía, con cara de egipcio. Pero digamos que el que te servía la cena era el cocinero y se enteraba de lo que estaba bueno por el contacto con la clientela.
Época 4: Gran Hermano.
Los camareros dejan de cocinar: sólo ponen buena cara y se intenta que sean guapos, que agraden. Los cocineros están ahí, sirviendo lo que les piden. Son las cámaras del Gran Hermano las que captan las caras de los comensales para saber qué gusta y qué no. Me explico: las consultoras se encargan de saber qué gusta y qué no. O sea, que se encargan de hacer estudios de mercado, de oyentes, de potenciales consumidores, y de una forma numérica (lo cual no implica que científica) informan a los cocineros de qué tienen que cocinar. Ahora estamos en esta época. Pero creo que la hemos superado.
Rock FM, Radiolé o Máxima FM en el pasado son ejemplos de restaurantes especializados. El restaurante de moda al que todo el mundo va y no pone cosas raras, para que le guste a todo el mundo es Los 40. Y claro, para saber qué le gusta al personal se hacen los diversos estudios de mercado. No puedes sacar una hamburguesa al mercado sin testarla previamente. Sigo...
Si alguien quiere empezar un restaurante y quiere llamar la atención y triunfar, saca cosas distintas. Tiene una idea que cree que puede triunfar, y ¡hala! hacia adelante. Eso en el restaurante de Los 40 no puede ser: las hamburguesas no salen a lo loco. Primero ve si triunfa ese restaurante pequeño, y si vale, saca su versión o su copia. Además, si lo hace bien y rápido, hace que ese nuevo restaurante no llegue a tener éxito ni le coma terreno. Total, para ir con los amigos, siempre va uno al sitio de consenso.
¿Vais pillando por dónde voy?
Hemos llegado a una época en la que no se necesitan tanto las consultoras, ni gastar tanta pasta en hacer test de nada, y creo que aún no se ha enterado el personal. Y viene a cuento a la serie de entradas sobre la música de verano.
Las consultoras venían a hacer el test de lo que mejor o peor venía al tipo de público que fuera, se encargaban de ver si una canción gustaba o no... Pero es que ahora existe de manera completamente gratuita cosas como YouTube o Spotify, en donde de manera gratuita, totalmente gratuita, permiten monitorizar, testar, comprobar, medir y observar el consumo de las canciones y quiénes descargan o comentan. Es decir: la propia competencia por el tiempo de escucha de los consumidores están ofreciendo información valiosísima sobre lo que gusta y no. Las cámaras de Gran Hermano ya no son necesarias: son los propios usuarios los que piden, consumen y registran sus pedidos a una máquina, y los cocineros simplemente tienen que servir eso que se pide, casi en tiempo real. [En todo caso, lo único que hay que testar sería si tal o cual canción produce un rechazo total... Pero sería raro que fuera demasiado rechazada alguna canción con un éxito muy grande].
Por eso me flipa que las radios sigan gastando mucha pasta en sacar muchos datos que se pueden obtener de manera gratuita: no digo que todos, obviamente, pero saber lo que gusta o no ya es una cosa inmensamente simple. ¿Qué cuesta a un programador de una radio joven o de novedades amoldar su parrilla a los gustos de manera casi instantánea? ¿Es necesario testar las canciones durante meses para meterlos en la radio? Absolutamente no.
Hace poco tiempo en el «Hoy por Hoy» estuvieron hablando del éxito de «Macarena». Es imposible saber si una cosa va a ser un éxito... Quizá en la época del DJ que huele el éxito se hubiera programado. Quizá, pero sólo quizá. Pero en la época actual es facilísimo saber si ha tenido éxito o no, o mejor dicho: si lo está teniendo. Se sabe a las horas. No hace falta ningún test. Es la época 4, la del Gran Hermano, cuando hay un largo lapso de tiempo entre que la gente pide y que el test sale positivo. Pero ahora, en la de Black Mirror... Horas. No es necesario ese paso intermedio. Lo del éxito de Los del Río va en este radiochip macareno:
No sabemos qué podrá ser un éxito... pero sí sabemos qué lo está siendo en tiempo real. Por eso creo que sí, que los consultores mataron a los locutores enterados, los locutores expertos musicales, los programadores que sabían de música, del musicólogo que no sé qué... Pero ahora la figura del consultor me empieza a parecer un poco secundaria. Casi vale más la pena tener a gente que monitorice y que mire cómo evolucionan las canciones en las plataformas que hacer test que ya no valen la pena porque... mira, son gratis.
La mi...regeton se lo a tragado todo, la generacion cristal quieren oir algo q entiendan (ley minimo esfuerzo...logse ..) y bueno...la imigracion sudaca tambien a ayudado...
ResponderEliminarMira que no gustarles batiscafo katiuskas.
EliminarMira que escribir así y criticar a los de la logse...
EliminarLa realidad es la que es: mira el top de canciones en Spotify. Y eso es lo que de verdad escucha la gente. No "la juventud": la gente.
ResponderEliminarLo que pasa (disculpas por el doble comentario) es que durante mucho tiempo ha habido géneros que se han considerado polarizantes y por eso no se han puesto en las radiofórmulas. Fundamentalmente dos: el heavy metal y el reggaetón (y en menor medida el hip hop).
Eliminar¿Quién los ha considerado polarizantes? Los estudios de mercado. Ahora los datos dicen más bien que pueden ser polarizantes… pero también son los más escuchados. Y de ahí el crecimiento como la espuma de Los 40 Urban.
De la misma manera que el Spotify de los 90 seguramente hubiera sido dominado por el chunda chunda.
ResponderEliminarNo hombre, la mierda es eternamente contemporánea.
EliminarRevista MAD n31, febrero de 1957. Fans de Elvis quejándose de un artículo, del número anterior, donde ridiculizaban al cantante. Y así seguimos.
ResponderEliminarO Pat Metheny criticando a Kenny G por pura envidia, que también puede ser, siendo ambos igual de buenos y haciendo lo mismo por más que diga Pat que hace "jazz"
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