el fin de Azuara en la SER

Hoy hubiera tocado el típico radiochip sobre la ONCE, pero ayer conocimos la muerte de Alfonso Azuara. Llevo meses retrasando una entrada que tenía sobre él y de cuando dejó de estar en la SER. 

Lo he contado en alguna ocasión: cuando empecé a escuchar «El Larguero» de manera habitual, de lo primero que recuerdo es a De la Morena justificándose por la ausencia de Azuara. Recalcó que los contratos no los negociaba él en persona, sino la SER. Todos convienen en que parte del ascenso del programa, y parte de la gracia de aquella época, era la presencia de Azuara. 

De hecho, podríamos decir que Azuara siempre ha estado en los programas que querían atacar el liderazgo. Era como el as bajo la manga que había que utilizar para levantar aquello. Se sabía que tenía labia, que era muy ingenioso, que pisaba charcos sin problema... Estuvo en la SER, la COPE, Onda Cero... 

Bueno, este radiochip estaba pensando para el inicio de este verano, lo fui retrasando, lo fui retrasando... Al final, aquí queda:

Me recordaron que en uno de los pasajes del especial emitido en Radio Marca sobre García y De la Morena, «Saludos Cordiales», en el dedicado al indomable Alfonso Azuara, se contó una anécdota muy jugosa. Como todos sabéis, Azuara ha estado en muchos programas nocturnos y siempre resultaba la estrella incontrolables. En el programa de De la Morena sólo estuvo dos temporadas (en las del despegue definitivo del programa) y todo el mundo se acuerda de ello. Y sólo estuvo dos añitos por ahí. 

Contaba Azuara que había una reunión en Barcelona y que se estaba pactando algo: una información que poca gente sabía. Entró en el despacho de un tal Antonio (aunque muchos se imaginarán qué Antonio era) y le dio la noticia. Dijo que en «El Larguero» no se puede dar por política de empresa... Y bueno... Aquí lo cuenta. Y fue el final de Azuara. Va con anécdota posterior: 

Total, que no sé si he contado alguna vez uno de mis primeros recuerdos de «El Larguero» fue al inicio de una temporada en la que De la Morena se excusaba de la ausencia de Azuara. Él se quitó el muerto de encima diciendo que los contratos no los negociaba él sino que los negociaba la SER. Lo repitió, lo recuerdo, para que quedara muy claro. Debía de ser que le había escrito mucha gente para preguntarle por la ausencia de la que nadie hablaba. Y aquello quedó ahí, en misterio. 

Muchos años más tarde, y gracias a esto, es cuando me enteré de por qué había terminado todo: una información que no se podía dar «por política de empresa» en un despacho, y una salida de pata de banco con toda la jefatura en un pasillo. El final, el que todos conocemos: fuera.