la despedida

Una cosa es la alergia a la proteína de la leche de vaca y otra la intolerancia a la lactosa. No es lo mismo, ¿eh? Pero se suelen confundir. La deficiencia de lactasa (la enzima que cataliza la ruptura entre la galactosa y la glucosa, es decir, la lactosa) no es demasiado frecuente en niños menores de 3 años, pero bueno, puede suceder. 

¿Qué hago hablando de esto? Pues eso estaba yo pensando ayer cuando estaban despidiendo a Gemma Nierga. No sé quién tuvo la idea de que en su despedida le pusieran a una oyente a la que se le murió un hijo y ahora tenía otro, y que se enrollaran hablando de si tenía o no tolerancia a la proteína de la leche de vaca... Os juro que mientras estaba escuchando no entendía nada de nada. ¿Era eso una especie de alegoría que «la vida sigue»? Buf... Vaya regalo. Qué rato tan mal resuelto. 

Y luego, tras la publicidad —la última vez que dio paso a Rosa Márquez— la despedida de Gemma. Lo podéis escuchar en todo el tramo de «Hoy por Hoy» en el que estuvo, que es el radiochip despeditivo: 

Os tenéis que ir al minuto 13 para escuchar la carta de despedida (¿pregrabada?). Se iba «No por decisión mía...» decía Gemma. Y habló de no poner distancia. Pero si algo es característico en la radio de Gemma es la poca distancia. La cercanía es su característica. Y la transparencia, la bondad que se respira siempre al otro lado... Ya me estoy poniendo bizcochón.

Os contaré una cosa... Hablando de la distancia... Hace 3 años volví de vacaciones de verano, y aterricé en Barcelona. Un amigo tenía día libre, yo también... y decidimos hacer el tonto yendo a algún sitio fuera de Barcelona en el que no hubiéramos estado nunca: Mataró. Yendo por la calle, hablando del viaje y todo eso... Sonó una voz cerca de mí. No podía ser: era la de Gemma. Como no podía ser, le dije que diéramos la vuelta, que tenía que estar seguro. Ella hablaba por teléfono. En cuanto pude, le dije: «hola, ¿eres Gemma?» Le pedí hacernos una foto... Y yo con aquellos pelos, de vacacional total. Nos hicimos la foto, le dije que gracias, que era muy oyente, y ya está. Claro... No quería ser pesado, y se me quedó en el tintero la de noches que la había escuchado... y las tardes... tantas, tantas tardes... y muchas mañanas. Demasiado poco tiempo (y demasiada vergüenza) para expresar cuántas horas de mi vida había estado escuchando su voz. Qué extraña esa sensación de saludar a una persona a la que crees conocer.

Quizá ayer a ella le pasó lo mismo delante del micro. Ese poco tiempo delante del micro quizá fue poco para relatar la relación que quizá ella no es del todo consciente que ha establecido con tantos oyentes como yo. Ayer se puso delante del micro, «se hizo la foto», nos dijo «que había sido muy oyente de nuestras historias» y se fue también sin molestar. Y todos sabemos que en el tintero se le han quedado horas y horas de cosas que decir.

Ayer tuve la misma sensación que yo aquella tarde. Pero no pasa nada. La vida sigue (decían)... Y como decía Iñaki, «Gemma es la vida». Y los buenos recuerdos quedan (siempre habrá gemmochips por el blog). Y los que quedan por vivir, claro...

Supongo que con esta entrada me quito la espina de no haberle dicho ese millón de cosas. En el fondo no he dicho nada especial.... Pero creo que ya no hace falta.

Gracias, Gemma —en nombre de tantos oyentes y tantos años— por haberte dedicado a la radio.