Yolanda Valencia, estrella fugaz

Voy a ponerme en plan Lobatón en tiempos antiguos:

La chica que veis en la foto, que fue tomada el 22 de junio de 1991 (hace hoy justo 20 años) es una muy muy conocida locutora de radio de los 80 y principios de los 90. Se llamaba Yolanda Valencia y, a pesar de que he intentado buscar qué hace ahora o dónde para, o qué fue de ella, no tengo ni idea de cuál es su paradero. Si alguien tiene información de dónde se le puede encontrar ahora, que deje un comentario.

Ahora ya en serio: cuando hablé de "las voces de los 40", me fijé que había una locutora de las importantes de la Cadena 40 (así se llamaba en tiempos) que no aparecía por ningún sitio. Es de esas voces cuyo nombre te suena, pero no le acabas de poner voz ni recorrido posterior, porque eras tan crío que ni te acuerdas. Lo que pasa es que si escuchamos el radiochip de hoy, vamos a alucinar pepinillos en colores fosforitos. Radiochip fugaz:

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Es media hora del programa que tenía Yolanda Valencia en la Cadena 40: "Estrella Fugaz", que se emitía los domingos de madrugada, a partir de la medianoche. Tiene narices que llamara así su programa, aunque realmente estuvo tantos años en la radio que fugaz, fugaz, no fue. Y, sobre todo, lo más importante de todo, en lo que más me he fijado en este radiochip es en la voz y la forma de hablar. ¿Os dais cuen de la vida?

Oyendo lo que dice, a día de hoy puede parecer (bueno, y es) cursi de la muerte. Se parece más bien a una ida de olla continua de Yolanda que a lo que hoy se entiende por un "turno estándar". Pero por cursi que sea, hay dos cosas que son importantes:

Una, que creo que la forma de hablar de Yolanda es la típica típica que voz de tía que tenemos en la cabeza cuando pensamos en Los 40, o por lo menos a mí me pasa. No sé si es una cosa que venía de antes o era ella misma la que marcó un estilo que perduró a fuego a lo largo de la radio musical. Otra cosa no, pero da la sensación de que a la vez que tú escuchas la música, ella también la escucha y está contigo. Este programa es el típico ejemplo que se debería de poner en que el locutor acompaña al oyente. Totalmente distinto a ahora, que te dan la hora si acaso, te cuentan si tienes suerte alguna chorrada, y puede que te comenten algún mensaje que les llega si les da por ahí. Pero ahora parece que el locutor lanza la música y se va a tomar un café, se hace un colacao, consulta su correo, y tras mandar unos mensajillos con el móvil, vuelve a intervenir para decirte: "uy, cadena tal, qué gran música que ponemos, y ahora vas a escuchar a tal. Buenas noches, os queremos".

Un poco como cuando Marge Simpson va al MonstruoMercado y sale una voz en off que dice "recuerden que MonstruoMercado les quiere", y todos: "ohhhh" y se lo creen. La radiofórmula de ahora es el MonstruoMercado, donde es todo gigante pero siempre hay las mismas marcas, y los turnos de antaño, o el programa como éste con Yolanda Valencia, es la tienda de barrio donde no te dicen que te quieren, pero realmente sí que te transmite que "te quieren". Aunque en el fondo seguramente no feura así. Y además te encuentras productos hechos por un vecino, o por la cooperativa del pueblo.

Lo segundo, fijaos en la música. Hay auténticos himnos y auténticos bodrios. La sorpresa en la música que ponían era constante. Lo mismo te ponen una de U2 del copón que una música de ascensor para quedarte roque ahí mismo. Auténticamente flipante lo variada que podía ser la música. Y mala a veces... pero no era siempre lo mismo. La radio debería ser también sorpresa.