Antiguamente, el «No Es Un Día Cualquiera» de Pepa estaba considerado una especie de isla apolítica. No quiere decir que no se metieran en temas políticos, no se dieran noticias, no hablaran de temas como economía o demás temas, pero obviamente era un programa que trataba de un montón de cosas que no tenían como punto de partida los temas partidarios. Podríamos decir que no era un problema que pudiera decir nadie que era «políticamente comprometido»: era un programa de entretenimiento, que sobrevivió a muchos gobiernos y que, en realidad, era el segundo pilar de la cadena.
Pero cambiaron a Pepa al segundo tramo de las mañanas hizo que cambiaran de arriba a abajo el programa. Desde el inicio noté que claramente era un programa donde no se hablaba de batalla política (para entendernos, el politiqueo típico de cruces de declaraciones o tertulias políticas típicas), pero que era un programa que sí se puede llamar «políticamente comprometido». Si estuviera en un bar y me preguntara un amigo, para decirlo rápido, le hubiera dicho: «ahora es un programa de tipo Podemos». Sí, reduccionista, pero rápidamente me hubiera entendido.
El lenguaje que se utiliza, los referentes, los temas... Nada tiene que ver con el programa anterior. Dirigirse a un público distinto al que había siempre tiene un resultado: perder oyentes, al menos en un primer momento. Pasó en la RNE de 2007 y 2008, que aquello estaba en mínimos porque hubo, digamos, una transformación de oyentes. ¿Qué ocurre? Pues que creo que estaría pasando lo mismo. Y, además, añado: antes se hacía un tipo de radio quizá con su línea editorial (como todas), pero ahora añado que no es una radio divertida sino una radio casi moralista: de la nueva iglesia.
Antes de volver a este tema: los datos. Voy a pillar los datos desde la 3ª oleada de 2012 hasta la actual, para que todo quede cuadrado. Y queda lo siguiente (sin distinguir sábados o domingos, para que veáis la media en vuestra cabeza):
Como vemos (desde final de 2012 hasta ahora), la caída en audiencia paulatina desde que se cambió de Pepa a Carles Mesa está clara. El programa nunca había caído tanto sábados como domingos por debajo del medio millón.
Para muchos, la radio pública (y Carles Mesa es muy de repetir esto 800 veces, y entiendo que se lo cree de verdad) es un sitio donde se debe hacer un servicio público, que hay que tratar ciertos temas que no son los típicos... Todo eso. Pero también creo que el programa, tanto en su lenguaje, como en su enfoque, como en absolutamente todo, es un programa que es muy específico para un tipo de público con unas ideas determinadas. Es como si pones a un cura haciendo un programa sobre misas para cristianos. Sí, exagero, pero es para que se entienda la idea.
¿Qué ocurre? Sigamos con los datos: el tipo de audiencia actual del programa está más o menos igualado en cuanto a sexos y más del 70 % de su audiencia son mayores de 55 años. Casi el 85 % de la audiencia actual del programa son mayores de 45 años. Esto no es cosa del programa... Esto es cosa casi de la cadena. ¿Y a dónde quiero ir con esto?
Pues que los temas y todas estas cosas quizá choque un poco con lo que esta audiencia quizá pide. Voy por ejemplo al programa del día del Orgullo de este año: que si tipos de parejas modernas, que si transexualidad, que si masculinidades, que si una entrevista a Irene Montero, que si Paco Tomás, que si las sexualidades en la naturales, que si nuevas sexualidades... Y todo con el lenguaje que seguro que no es el típico que maneja la audiencia. Usaban también referencias que olvidan totalmente para qué público hablan: no creo que la audiencia a la que se dirigen hayan visto «Heartstopper» ni nada. Es una cosa loca pensar que los oyentes se están siquiera coscando de la movida. Además, muchos de los colaboradores los tenemos encuadradtos todos en un determinado marco ideológico. Por si fuera poco, como era un especial, horas y horas con un mismo tema tratado de una determinada manera. Radiochips ajiles:
Que a ver... Que me parece genial que hagan un especial, que traten estos temas... Ahora viene el pero que lo cambia todo: se puede ser de todo menos plomizo con un tema, por muy de servicio y bienintencionado o necesario que sea. Es un programa (no digo el del día del Orgullo, digo en general) que siempre que lo pongo parece que está destinado a un tipo concreto de público con una ideología muy concreta. ¿Trata de política el programa? No. ¿Es un programa que claramente conecta con una parte de la audiencia, pero sólo con esa parte? Yo veo que está clarísimo. De hecho, hace mucho tiempo que quería hablar de este tema, pero el programa de aquel día fue el ejemplo perfecto.
No creo que en el «A Vivir...» estén menos escorados políticamente, pero el lenguaje es más normal, tienen temas más variados, hablan de cosas más variadas, no están todo el tiempo intentando hacer una homilía al personal, y sobre todo son más imaginativos y tienen más ritmo. Un programa de radio debería entretener, aunque sea en la pública y lo repitan 40 veces al día. Si no, no quedará nadie a quien hablar. Es que son muy brasas, ya lo digo. Es que hasta prefiero el programa del Cantizano. Y, lo más importante, creo que sí saben a qué tipo de audiencia se están dirigiendo.