paquetes ideológicos

Un Federico Blanco Hetero.

Los humanos somos muy de descansar la mente. Nos gusta ordenar a personas e ideologías dentro de unos determinados parámetros. Por un lado, no tenemos que pensar, y por otro, nos ayuda a separar a la sociedad (y a nuestros vecinos de al lado) entre los unos y los otros. Luego nos quejamos de la polarización y todo eso, pero normalmente, cuando te pones a poner matices a las cuestiones políticas y a sus actores, todo el mundo te tacha de agente encubierto de la ideología contraria. 

Y la gente somos muy de entregarnos completamente a los paquetes ideológicos. Os voy a poner un ejemplo muy chorras: El año pasado subí a casa de una amiga porque teníamos que hacer tiempo. Me dijo de echar un café rápido. Según subía por el ascensor, y sabiendo relativamente poco de ella, mi primer pensamiento fue: «fijo que no tiene azúcar en casa porque piensa que es el demonio». ¿Acerté? Pues sí, de pleno. 

Por eso mismo somos muy de encasillar y por eso mismo a la gente le gusta adoptar comportamientos de rebaño: si eres un comeflores, el azúcar prohibido (y tomarás azúcar en cualquier otro formato, pero al no llamarle azúcar y gastarte una pasta, pensarás que no está hecho de la misma materia), la leche, por favor, sin lactosa (que dicen que hace daño a la tripita) y te gastas la pasta en cosas para celíacos, porque eso del gluten, bueno, bueno, no puede ser. 

Dentro de los paquetes ideológicos, como ya he comentado en más de una ocasión, destaca el tema del coronavirus. Fue un virus que en febrero y comienzo de marzo había que tomárselo muy en serio para el paquete ideológico de la derecha: en febrero, el Mobile tenía que quitarse, lo del 8-M, por supuesto, y el gobierno lo estaba haciendo fatal. Luego, a lo que llegamos a mayo, el paquete ideológico más a la derecha incluía eso de que el virus era un timo, que las vacunas eran un invento... Bueno... La mutación más fuerte del virus fue la mutación ideológica. En marzo era de derechas y, desde mayo, de izquierdas. 

Hace tiempo me pasaron una canción que tenía algunos años sobre Federico. La canción era muy curiosa, pero le hacían muy a favor del rey emérito, muy a favor de la Iglesia (de obispos y demás) y muy en contra del tema de los gays y demás. No han escuchado a Federico en su vida, Hulio. 

Así que ahora está mucha gente encantadísima con Federico (de los que siempre le ponen verde) porque resulta que han descubierto que no está en contra de las vacunas. Todo el mundo ha dado por hecho que Federico es una especie de monigote al servicio de una determinada ideología en la sombra, y que por fuerza tiene que comprar todo el paquete ideológico que le viene impuesto por una parte de la sociedad. De la misma manera, hay mucha gente decepcionadísima (de los que piensan que es su altavoz) que están decepcionadísimos con lo que dice. Tanto, que han empezado una especie de boicot. 

El radiochip de hoy es de Federico respondiendo al boicot en antena. Radiochip del boicoteo: 

De hecho, Abascal (el de Vox) hasta donde sé no se ha pronunciado sobre si se ha vacunado o no. Podemos interpretar que se puede inferir que si les llama «bebelejías» a los que están en contra de las vacunas, tiene miedo de que se le esfumen votos. Sin embargo, a Federico se la pela de una manera bastante fuerte. 

Es gracioso que todos estos meses hayan estado relacionando vacunarse con ser muy de izquierdas (sobre todo si se hacía alarde de la vacunación hasta la vergüenza ajena) y no vacunarse con ser muy de derechas. De repente, un momento de radio así hace que a unos no les mole eso de hacer alarde de estar vacunado (porque Federico, mira) y otros que celebren lo que dice Federico, y es genial que unos refuercen eso de que Federico es un comunista y que siempre lo ha sido, y otros que piensen que Federico es genial porque ha dicho lo que piensan ellos. 

He de confesar que me encanta cuando los opinadores (porque Federico, sobre todo es un opinador-showman, más que periodista u otra cosa parecida) dicen lo que les da la gana y la gente se queda con el culo torcido. De repente, la gente se incomoda: ya sea porque ya no puede meter a su contrincante en el armario del «todo mal» y les cuesta eso de «si tal está a favor, yo en contra», y porque los que están a tope con él tienen que aceptar que una persona puede decir lo que le sale del pepino sin tener en cuenta su opinión. Tienen que aceptar que lo que suena por la radio no les representa a ellos al 100 %.

No os engañéis. Federico es el mismo de antes, y tan distinto como cualquier persona cuando evoluciona. Es el que estaba a tope con lo del querer saber la verdad, es el mismo que está a tope contra todo lo que tenga que ver contra el PSOE y sobre todo contra Podemos, es el mismo que se metía con el Rey, con muchos obispos (incluso cuando trabajaba en la COPE), el mismo que no tiene nada contra los gays, y el mismo que da la matraca para que gane Díaz Ayuso a tope totalmente, ya que no está su amiga Esperanza. Es el mismo. Recordadlo cuando le ensalcéis, si alguna vez lo habéis hecho. Recordadlo cuando le pongáis verde, si alguna vez lo habéis hecho.