martes, 28 de noviembre de 2017

la feriatómbola de La Lechera

A ver... o era feria, o era tómbola, o no era ninguna de las dos. Pues va a ser esto tercero.

Ahí veis en la imagen a una de las ganadoras del concurso. Lo flipante no son los pelos del personal. Lo flipante no es el vestido de la señora Ángeles Sellés, que era la ganadora. Lo flipante es que en aquellos tiempos se daba la dirección de la casa de quien ganaba. En este caso, la señora vivía en la calle Consejo de Ciento nº 128, en el 2º 3ª. Pero ojo... Esto de dar la dirección alegremente lo vi yo de crío en el «Un, Dos, Tres». Cuando nombraban a los «sufridores» de la semana siguiente o daban un premio, se decía la dirección completa. 

Los de la Nestlé tenían pasta, porque sorteaban nada menos que 5 SEAT 124. Pero no sólo había coches como premio en lo de la «feriatómbola». Había mogollón de regalos. En las etiquetas de leche condensada te podía salir de todo. Escuchemos lo que se podía ganar en este radiochip feriatómbolo, que se podía escuchar a través de Radio Peninsular, que era la radio : 


«Un diluvio de premios». Quiero que vuelvan estas cosas en plan «diluvio de premios», que mola mucho. Una mantelería, un reloj... ¡Un televisor portátil! ¡Madre mía, cómo sería aquello! Que sería finales de los 60 y principios de los 70. Recordemos que Radio Peninsular era pública, pero había nacido con finalidad de ganar pasta. Si la tele tenía anuncios, la radio también. 

Pero... A ver... Que habéis visto a la señora Sellés, con sus pelos, su vestuario... ¿Y quieres escuchar su voz? ¿Quieres escuchar la alegría del momento? Pues oye... Para eso estamos aquí: para hacer tus deseos más profundos realidad. Aquí tenéis la alegría del momento, en este otro radiochip feriatómbolo: 


Supongo que la señora Sallés estaba al tanto de todo lo que había que hacer para ganar en esta «feriatómbola» de la leche condensada. Si tú no lo tienes claro —aunque si eres hombre, quizá te da igual, porque esto iba para mujeres— puedes leer esto. 


¿Que está muy pequeño y no lo aciertas a leer bien? Vale... Pero ya te he dicho que aquí estamos para que tus sueños se conviertan en realidad, y te lo he puesto a la izquierda. Sobre todo... ya sabes, si eres mujer.

Cómo tenía que ser aquello del «carrusel de letras»... Bueno, lo digo como si yo jamás hubiera coleccionado tapones en mi casa para conseguir un premio. Que andábamos todos en casa de crío reuniendo tapones de la gaseosa Konga a ver si teníamos por fin las 5 letras. Creo que al final las conseguimos, pero... No sé si el premio sería una mierda, porque no me acuerdo ni qué se podía ganar. Pero... ¿y la ilusión de mirar los tapones, qué? ¿Eh?

Y no me digáis que no es genial esa imagen de la señora que en vez de mandar la carta al apartado de correos como todo el mundo, aparece ilusionada ahí en una oficina de Nestlé dando su carta llena de ilusiones para que le toque ese coche.

En realidad, es la versión romántica de mandar un mensaje al «Sálvame» y responder cuando te llaman lo de «En verano también veo Telecinco», o algo así.

Algo que en realidad es mucho menos ilusionante que el que te venga la radio a casa y den en la prensa la casa en donde vives, para que venga alguien a darte la lata. Eso sí es riesgo. De paso, tienes ahí a todos los vecinos en lo que viene siendo un precedente de «La Comunidad», «Aquí no hay quien viva», o cualquiera de sus secuelas que se repiten más que el ajo en los canales miérder.

En el ABC, de hecho, llegaban incluso a poner la foto de una ganadora de un SEAT 850. Transcribían también la conversación radiofónica con doña Mª del Carmen Mazo del Bosch, de Sevilla. Un nombre que en tiempos nada quería decir, pero que en la actualidad parecería que es una fan de un tal «del Bosch».

Gracias al ABC sabemos que la mujer vivía en Puebla de las Mujeres, en el bloque 68, 4º - 3ª, de la barriada de Felipe II. (Uuuuuu...) [Esto sólo lo habrán entendido los que hubieran visto «Genio y Figura» en su momento.]

Y si te quedas con la imagen de una España en blanco y negro, te diré que el SEAT 124 de mi padre (en el que fui hasta que tuve 17 años, señora) era amarillo. Viva el color. Y si te preguntas si esto se anunciaba también en blanco y negro, te diré que no... Que el cartel con el que todo esto se anunciaba era con colorines. Fijaos abajo.

Porque la radio está claro que siempre, siempre, siempre, ha sido en colores. Porque nuestra imaginación nunca funciona en blanco y negro. Salvo si padeces acromatopsia, claro.




No me digáis que el tubito de ahora no es mucho mejor para amorrarse y estar ahí media tarde. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario